Cuando nos engañamos...

Deberíamos comenzar comprendiendo la forma en que estamos atrapados, ya que lo cierto es que el autoengaño es el más escurridizo de los hechos mentales y resulta imposible, en este sentido, darnos cuenta de lo que no nos damos cuenta.

La mayoría de las veces una ayuda exterior es imprescindible, pero para ello necesitamos de la verdad.

Como dice la frase “La verdad nos hará libres”. ¿Y porqué?, ¿será que no hay peor cárcel que el autoengaño?. Entras en él de puntillas sin darte cuenta y cuando estás dentro, es muy difícil escapar.

Cuando la conciencia te golpea repitiendo una y otra vez lo contrario de lo que sientes o haces en un momento determinado, eso ¿no es un acto de tortura al que por alguna extraña razon te sometes para avisarte de que eres prisionero de tí mismo? En el momento en que tu beneficio material importe más que tu tranquilidad espiritual, en ese instante has perdido la batalla.

Cuando negamos una verdad evidente, cuando ocultamos una información o situación para mantener un papel, un status o una conveniente continuidad material o sentimental, en esos momentos se cae en la trampa; entonces te intentas convencer de la realidad que quieres ver, de la película que tu mente quiera visionar, del sentimiento que necesites sentir y es cuando se pierde la perspectiva y nos volvemos subjetivos en el análisis de la realidad.

Tenemos que tratar de aprender la más grande e importante estrategia, que es la de de aplicar con sabiduría el conocimiento de la naturaleza humana en los momentos de confrontación. Y que mayor confrontación que la que el ser humano tiene con su “ego”. Entonces la famosa frase “Conócete a ti mismo y conoce a tu enemigo”, se puede aplicar sabiamente a la capacidad de comprensión de nuestro “interior” y del entendimiento inteligente de la realidad.

Conociéndote a ti mismo sabrás realmente si te engañas. Esas pequeñas mentiras, esas medias verdades que te cuentas para que la razón te asista, para ver la realidad de modo que te favorezca, te convierten en tu peor enemigo; y por lo tanto te desvirtúa la cognición tanto del ser exterior como del ser interior.

Cuantas veces te has dicho “por una vez no pasa nada”, “nadie lo sabrá”, “pues que se chingue, yo no tengo la culpa”; o simplemente analizas el escenario colocando los actores donde tu necesitas y no donde están realmente. Evidentemente que una circunstancia puntual te sea favorable, pero la vida es una carrera de fondo, y a la larga será muy dañino para tu “hombre interior”.

“Cargarle la culpa al mundo”, en ese instante has perdido la honradez obligatoria y necesaria para con uno mismo.

Si eres honrado contigo lo serás con los demás, porque entiendo que a lo largo de nuestra vida es cuando vamos desarrollando la capacidad de ser “inhumanos” (El autoengaño es un mecanismo que ha sido seleccionado evolutivamente para servir al engaño e impedir su descubrimiento, Robert L. Trivers), por lo que la gratificación de una vida plena vendrá añadida si consigues esta capacidad (la de ser honrado contigo mismo).

Y tu, engañas a ti mismo?.

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